Neuromarketing
La gran tarea pendiente del marketing es medir y parece que el neuromarketing se está convirtiendo en un buen medio para ello, siendo útil para analizar las decisiones irracionales de los consumidores a través de, por ejemplo, “electroencefalogramas” y “gafas de eye tracking”.
Un ejemplo de aplicación es el de los clientes en un supermercado durante un tiempo determinado. Ya no solo podemos conocer en qué lugares se paran o se fijan (para medir el tráfico con los mapas de calor humano) sino que también qué impacto cerebral le provocan. A partir de este ejemplo, las aplicaciones son todas las que nos queramos imaginar: la reacción de los usuarios o consumidores a un nuevo packaging, una nueva web de empresa o una nueva imagen corporativa.
El cerebro hace ruidos cuando trabaja e incluso se oyen los chispazos que se producen al interaccionar dos neuronas (aquellos afortunados que las tienen…). Éstas iluminan esa parte del cerebro y podemos conocer nuestras sensaciones no solo por esos indicadores sino que también por otros como las emisiones de oxígeno o el flujo sanguíneo (recordemos las “ciencias naturales”).
En definitiva, las expectativas de progresión de la neurociencia y sus aplicaciones al marketing abren un enorme e interesante campo que en todo caso no sustituye sino que complementa a los actuales. Estaremos atentos…